Con estas siglas se conoce un nuevo impuesto que los españoles tenemos que pagar desde hace siete años; el Impuesto sobre la Venta Minotrista de Hidrocarburos no es nada barato. Son cuatro pesetas por cada litro de gasolina o de gasoleo que le ponemos a nuestro coche. Lo curioso del caso es que nos quisieron vender, en su día, que este impuesto era para financiar los gastos que el tabaco le ocasiona a la sanidad. Según cálculos estimativos, una gasolinera puede llegar a recaudar e ingresar en las arcas de Hacienda más de noventa mil euros al año por éste concepto, que multiplicados por tres mil gasolineras, hacen un total de doscientos setenta millones de euros; estos son cifras mínimas. Y de solo un año. Ya llevamos siete. Y no olvidemos que el carburante lleva un Impuesto Especial que, unido al IVA hacen que más del cincuenta por ciento del precio de un litro vaya a parar al erario público.Todo ésto creo que es mucho dinero como para que se hubiera visto traducido en una mejora palpable de la sanidad, pero creo que las mejoras las seguimos viendo con cuentagotas. Y que conste que quien escribe ésto ha visto la evolución de la sanidad desde hace ya unos añitos.
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