EN BUSCA DEL SENTIDO COMUN

Cuando buscamos algo, puede haber un rosario de motivos para hacerlo; a veces es porque ese “algo” nunca lo hemos tenido y lo deseamos. Otras veces es porque lo hemos perdido y queremos recuperarlo. En lo que se refiere al “sentido común”, está claro que en ésta sociedad se está perdiendo (si es que no se ha perdido del todo ya, que esa es la sensación que yo tengo); como consecuencia de ello, la mencionada sociedad va a la deriva, porque sin sentido común es imposible vivir correctamente.
Yo creo que el sentido común es innato, pero que, evidentemente, hay que desarrollarlo y, para ello, la educación juega un papel fundamental; y considero que, no solo es bueno usarlo, sino que es completamente indispensable para vivir.
Ahora bien, si consideramos que el tema de la educación (léase aquí estudios) ha tenido un auge grande durante los últimos veinte o treinta años (no hablo de resultados, sino de extensión, porque antes solo estudiaban los privilegiados y hoy hay muchas más oportunidades de estudiar para todos), y teniendo en cuenta que “educación” no solo significa “estudio”, sino que refleja también el modo correcto (o incorrecto) de cómo nos manejamos en la vida en lo que se refiere a nuestras relaciones con los demás, y en esto también influye la “educación de los estudios” aparte del ambiente familiar y social, llegamos a la pregunta del millón: ¿por qué hoy el sentido común se está perdiendo, si debería ser al contrario?
La respuesta viene de la mano de otra palabra: responsabilidad. Cuando alguien deja de lado el sentido común sus actos reflejan la ausencia de éste. Y cuando esos actos carentes de sentido común no van seguidos por unas consecuencias que recaigan sobre esa persona, las sufra y le hagan recapacitar, el binomio “sentido común-responsabilidad” se traslada a una sencilla frase que es la bandera de muchos… “nunca pasa nada”.
Actualmente se cometen infinidad de barbaridades condicionadas por la carencia de sentido común; la responsabilidad por esas barbaridades es pequeña, escasa o efímera. Ante esto, y mal que nos pese, nadie se aboca a realizar un ejercicio de sentido común. ¿Para qué? Si actuo sin sentido común no me va a pasar nada.
Por otra parte, también vivimos en una “sociedad de intereses”, ya lo hemos comentado antes; a veces, los intereses políticos, económicos o sentimentales, por citar algunos, alejan a la persona del sentido común.
Todo ello nos está dejando, vuelvo a repetirlo, una sociedad a la deriva y esto tiene muy mal cariz; y no quiero terminar esta reflexión sin mencionar que, obviamente, y volviendo a la educación como pieza fundamental, creo que ahí está la clave para desarrollar el sentido común. Pero, claro, si la educación falla, habrá que tomar alguna medida correctora.
Quizás he hecho este comentario enfocándolo hacia el uso del sentido común para llevar las vidas con respeto hacia los demás, dejando de lado que, el simple hecho de hacer las cosas con sentido común, no solo es bueno para los que nos rodean, sino para nosotros mismos.
En resumen, sin sentido común, la sociedad está perdida.