FULANO DE TAL Y CUAL HA TENIDO UN MAL DIA.


Se ha levantado a las siete de la mañana, como cuando tenía trabajo; ha salido a tomar café en el bar de la esquina, como cuando tenía trabajo. Allí, entre comentarios acerca del tiempo (¡vaya tela con el agua!) y el sonido de la máquina de los cafés, que echa humo a esa hora, ha intentando averiguar si la cosa ha mejorado. Si alguien, algún ministro, economista o entendido, ha dicho que los brotes verdes ya no son brotes, sino un enorme jardín de hierbas floridas y los muchos parados como él van a dejar de serlo pronto, pero, en vez de eso, mengano de cual y tal le ha dicho que si se ha enterado de la nueva mala noticia.
-¿Qué noticia?
- Hombre, que nos vamos a jubilar a los 67 años.
- No fastidies.
- ¿Qué no? Mira, mira…
Y mengano le ha señalado la televisión del bar, que aunque no se oye muy bien por el rumor de fondo, está lanzando a los cuatro vientos la propuesta del gobierno para elevar la edad de jubilación.
Medio cabreado, ha vuelto a su casa, para ver como sus hijos se preparaban para ir al colegio; uno le ha pedido dinero para una excursión, otro para un libro nuevo que tiene que leerse porque si no “lo suspenden”.
Ha repartido el dinero a ambos y los ha acompañado al colegio; luego ha salido a pasear para despejarse, comiéndose el coco con el tema de la jubilación. ¡Dos años más! Pues voy listo; si con el colesterol, el azúcar, la ciática y la piedra del riñón no creo que vaya mucho más de los sesenta y cinco, me voy a morir trabajando… ¡si es que tengo trabajo, claro!
Poco después se ha encontrado con zutano, y han ido a dar un paseo, comentando la noticia; y al final, han acabado en la barra de un bar para tomar una cervecita junto a otros “colegas”; allí, fulano, mengano y zutano se han enterado de que en España, aparte de un ministro de trabajo hay un Secretario de Estado de Empleo, y un director general de empleo, y que en su comunidad autónoma, hay un consejero de empleo y un viceconcejero de empleo, y un director general de empleo y un subdirector general de…
Se han mirado los tres y zutano ha dicho:
- No entiendo como no tenemos trabajo, con tanta gente como hay ocupándose del tema.
- Pues está claro –opina mengano-; esa gente no se ocupa de nada. Tendrán su jornada de trabajo, su vida laboral, su estrés, le dedicarán mucho tiempo al tema y se pasarán horas y horas sacrificando su vida personal. Pero el problema es que no hacen nada porque no pueden hacer nada. Así que más valía que le cortaran el sueldo por la mitad y cortaran también por la mitad tantos cargos públicos. ¿Cuanta gente hace falta para gobernar un país?
- Pues para hacer lo que hacen – tercia fulano-, no hacían falta tantos secretarios, directores y subdirectores. Con uno bastaba.
Después de ésta reunión, fulano ha vuelto a casa dando otro paseo; en mitad del camino se ha encontrado con trajano, tomando el escaso sol invernal en un parque de moderno diseño vanguardista regalo de la corporación municipal a los ciudadanos para que tengan donde pasar las horas de descanso o las de “sin trabajo”; trajano estaba oyendo la radio y fulano ha alcanzado a oír a un experto economista decir que la medida del gobierno es necesaria, que no se puede jubilar a la gente a los sesenta y cinco años y darles suculentas pensiones durante mucho tiempo.
Inmediatamente se ha acordado de su padre; toda una vida trabajando de sol a sol y ahora cobra una pensión de quinientos cuarenta euros. Ha pensado que debe tener el sentido de la valoración matemática atrofiado porque él, esa pensión, no la ve nada “suculenta”. Luego se ha acordado también del padre del que ha hablado y ha regresado a su casa, a almorzar.
No ha visto el telediario, porque no quería oír más malas noticias, así que se ha vuelto a tomar café al bar y luego ha salido a dar un paseo más largo, con zutano y mengano; a mitad del paseo se ha puesto a llover y no llevaban paraguas, así que se han empapado.
De vuelta a la casa ha tenido que cambiarse y ha empezado a estornudar; poco después se ha sentado a descansar en el sofá del salón, sin ánimo para nada y su mujer le ha dicho:
-Mañana tenemos que pagar las actividades extraescolares de los niños; y al pequeño hay que llevarlo ya al dentista. Y el mayor quiere apuntarse para sacar el carnet de conducir. El termo está averiado y no calienta… ¡Ah, y la vecina nos ha invitado a la comunión del niño! Habrá que ir, tendremos que comprarle algo al chiquillo, y comprarnos ropa y…
Fulano ha cerrado los ojos y ha intentado no pensar en nada; pero no lo ha conseguido. Han pasado por su mente muchos directores, subdirectores, secretarios, subsecretarios y subleches que se ocupaban de que el cobrara una “suculenta” prestación por estar parado.
Y se ha dicho a sí mismo… ¡Mañana será otro día!
Y una voz le ha contestado en su propio interior… ¡Igual que hoy, fulano; igual!

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