INTENCIONALIDAD

Personas de ciencia, españolas y estadounidenses, están trabajando en el desarrollo de un sensor capaz de interpretar las intenciones del pensamiento humano; el sistema, que se instalaría en una gorra o casco, puede, por lo visto, decodificar la intencionalidad del cerebro. Este dispositivo puede ser útil para, entre otras cosas, supervisar a distancia personas mayores que viven solas o para el tratamiento de personas discapacitadas para que, por ejemplo, muevan con el pensamiento la silla de ruedas donde se desplazan. Con la ayuda de complejos sistemas informáticos, los sensores instalados podrían detectar, por ejemplo, el deseo de estrecharle la mano a una persona para saludarle; el tema es complicado, según explican, porque se deben interpretar las señales emitidas por las neuronas y estas señales están perturbadas por el ruido de otras neuronas y llegan muy atenuadas. Es probable que dentro de unos cientos de años, todos los humanos vayan por ley con un sensor de éstos en la cabeza, controlados por un ordenador central que analizará cada una de las intenciones y controlará que éstas sean buenas; en el momento en que salte la alarma (porque el individuo tenga la intención de cometer un atraco, por ejemplo) se da parte a la policía, la cual interviene y así se evitan situaciones de riesgo para todos. Florecerían también empresas privadas con sus propios sistemas que podrían encargarse de ofrecerle a usted, por una módica cantidad, si su pareja le es fiel o le engaña o cual es la intención de su hijo cuando sale de marcha un sábado por la noche. Está la cuestión de la violación de la intimidad más íntima, que es el pensamiento del individuo, el cual solo lo conocen él y Dios, por no hablar de otras cuestiones técnicas como que si se evita el atraco (por seguir con el ejemplo), ¿de qué se va a acusar al presunto delincuente si no ha hecho nada, solo lo ha pensado?, pero estoy seguro de que, siendo una raza inteligente que siempre encuentra solución a sus problemas, todas esas cuestiones quedarán superadas y la humanidad se convertiría así en un remanso de paz. Solo que, como siempre, a base de control e imposiciones; nada que brote de un sentimiento que debería ser natural: el de vivir y dejar vivir.