Nuestro amigo Spitzer, el telescopio espacial que detectó el choque de dos planetas en torno a una estrella hace unos meses, ha vuelto a hacer un espectacular descubrimiento: se trata de un anillo en torno al planeta Saturno, el más grande nunca visto, consistente en una capa delgada de piezas de hielo y partículas de polvo.
El “anillito” es tan grande que harán falta mil millones de planetas como la tierra para llenarlo; hasta ahora ningún aparato lo había detectado por no usar infrarrojos, cosa que el Spitzer, que pulula por esos lares en una órbita alrededor del sol a ciento seis millones de kilómetros de la tierra, si puede hacer.
Por otra parte, la NASA hizo estrellarse el otro día dos naves espaciales sobre la Luna; el objetivo de éste cataclismo controlado es la búsqueda de agua.
Admitiendo que todo lo que se haga en torno a la ciencia (bien sea allá arriba o aquí abajo), redundará en beneficio de la humanidad y dejando de lado las dudas que me plantean este tipo acciones (no se yo si el agua que encontremos en la Luna la podremos traer aquí abajo para regar el césped), creo que ha llegado la hora de imprimir un giro a la cuestión espacial. Es mi humilde opinión: para navegar se inventaron y perfeccionaron los barcos. Para desplazarnos por tierra hemos inventado y perfeccionado todo tipo de armatostes; para surcar el aire, ídem de lo mismo. Así que creo que es hora de perfeccionar las naves espaciales para que puedan pulular por el espacio a toda pastilla como el “Halcón Milenario” sin los inconvenientes técnicos que ahora mismo tienen. Seguramente ya estarán en ello, pero yo hablo de concentrar esfuerzos en el tema y dejar de buscar agua en la Luna o en Marte
El “anillito” es tan grande que harán falta mil millones de planetas como la tierra para llenarlo; hasta ahora ningún aparato lo había detectado por no usar infrarrojos, cosa que el Spitzer, que pulula por esos lares en una órbita alrededor del sol a ciento seis millones de kilómetros de la tierra, si puede hacer.
Por otra parte, la NASA hizo estrellarse el otro día dos naves espaciales sobre la Luna; el objetivo de éste cataclismo controlado es la búsqueda de agua.
Admitiendo que todo lo que se haga en torno a la ciencia (bien sea allá arriba o aquí abajo), redundará en beneficio de la humanidad y dejando de lado las dudas que me plantean este tipo acciones (no se yo si el agua que encontremos en la Luna la podremos traer aquí abajo para regar el césped), creo que ha llegado la hora de imprimir un giro a la cuestión espacial. Es mi humilde opinión: para navegar se inventaron y perfeccionaron los barcos. Para desplazarnos por tierra hemos inventado y perfeccionado todo tipo de armatostes; para surcar el aire, ídem de lo mismo. Así que creo que es hora de perfeccionar las naves espaciales para que puedan pulular por el espacio a toda pastilla como el “Halcón Milenario” sin los inconvenientes técnicos que ahora mismo tienen. Seguramente ya estarán en ello, pero yo hablo de concentrar esfuerzos en el tema y dejar de buscar agua en la Luna o en Marte
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