EL REY DE LA CARRETERA

Sí, eres el rey de la carretera; pero no un rey moderno, constitucional, que solo hace lo que le dicta el gobierno elegido democráticamente por el pueblo, no; tu eres un rey de los antiguos, de los absolutistas, de los que ordenaban y mandaban en su reino porque eran los dueños. Eres un rey de esos; la carretera es tuya. Ya apuntabas maneras cuando te estabas sacando el carnet y el profesor de la auto escuela te tenía que reprender, en un intento de hacer de ti un conductor consciente y responsable. Tu protestabas airadamente; por aquel entonces ya eras el príncipe heredero de la carretera. Luego, cuando te dieron el carnet y la L de novato te convertiste en el rey absolutista. La L nunca lucía en el cristal de tu coche y tú nunca fuiste a menos de ochenta; todo lo contrario; jamás bajabas de los ciento cuarenta, a pesar de que la velocidad máxima en nuestras autopistas es de ciento veinte. Pero a ti te daba igual autopista, autovía, carretera secundaria o vericueto; ¡gas a fondo! Con el tiempo tu reinado se consolidó; tu velocidad de crucero pasó a ser de ciento sesenta kilómetros por hora. Y aquí estás hoy, ejerciendo con mano férrea tu reinado. Adelantas donde no debes, menosprecias a los que van despacio, tocas el claxon a los que van delante, a los que te acercas a poco más de un metro (ya sabes, si el frena, os matáis los dos, pero eso no te importa, tu eres el rey); no te importan las campañas de conciencia de la Dirección General de Tráfico, no te importa lo que digan aquellos que aconsejan prudencia, te ríes de los lentos y tienes la plena seguridad de que nada te va a ocurrir, porque tú sabes dominar "tu máquina" como nadie. Es probable; algunos reyes absolutistas reinaron toda su vida hasta que dejaron el trono a sus herederos y no les ocurrió nada. Igual número de probabilidades hay de que algún día te estrelles, y tu vida se trunque; o trunques la vida de alguien que se la ha pasado luchando y ha hecho de la prudencia su virtud para que ahora venga un bárbaro como tú y se lo arruines todo, a él y a su familia. Pero a ti eso no te importa; eres el rey de la carretera. Tu aliada es la ley; no te importa que te pillen, porque lo único que pueden hacerte es quitarte puntos y ponerte una multa. Y al día siguiente, sigues tu reinado en la carretera, imponiendo tu presencia a toda velocidad. ¿Que puedo decirte entonces para que dejes de correr y hacer el bárbaro? Pues solo desearte que ojalá algún día el gobierno saque una ley que te obligue a poner un tacógrafo en el coche para controlar la velocidad y las horas de conducción como hoy hacen con los camiones y autobuses y por cada kilómetro que te hayas pasado del límite de velocidad te quiten el coche durante un mes. ¡Que de reyes iban a abdicar de su reinado en la carretera si esa ley existiera!

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