Parece ser que se ha puesto fecha a que podamos expresar esa frase con visos totales de que sea cierta: 2040.
En ese año se va a prohibir la venta de vehículos Diesel, gasolina e híbridos. Parece que en algún lugar han adelantado la fecha a 2025 para los Diesel. Esta prohibición acarrea de por sí una nueva revolución industrial y, así, a bote pronto, como se suele decir, se me plantean cuatro cuestiones que deben resolverse en el tiempo que queda para que llegue la citada fecha.
Primera cuestión: fin de la producción de vehículos Diesel y gasolina. Con meridiana anticipación a la fecha, las fábricas de vehículos deberán dejar de fabricar éste tipo de coches y ponerse a fabricar coches eléctricos. Deberán elegir una fecha lejana a la prohibición porque, digo yo, no creo que sea bueno que tengan un alto stocks de vehículos, ya que aproximandose la fecha, ¿quien se va a comprar vehículos de éste tipo sabiendo que el futuro es de los eléctricos? En fin, esta cuestión no la veo muy complicada; será cuestión de ir adaptando las fabricas e ir aumentando una producción y disminuyendo otra, pero de que traerá quebraderos de cabeza, eso seguro.
Segunda cuestión: perfeccionamiento del vehículo eléctrico. Para llegar a utilizar el vehículo eléctrico en las mismas condiciones que usamos los actuales Diesel o gasolina, es necesario, creo yo, que éste nos sirva para andar mínimo quinientos kilómetros sin recargar, por un lado, y por otro lado, que la recarga se pueda efectuar igual que los repostajes de gasolina, como máximo en cinco minutos. ¿Se imaginan poder andar solo doscientos kilómetros con un vehículo eléctrico y tener que parar dos horas para recargar las baterías? Al planificar los viajes tendremos que añadir unas cuantas horas más, teniendo en cuenta también las colas que habría en las gasolineras y el tiempo de espera en ellas. Habrá que tomárselo todo con mucha calma; a lo mejor volvemos a tardar en los viajes el mismo tiempo que en carretas y nos reducen el estrés y todo.
Tercera cuestión: ¿Hay suficiente electricidad en España, y en el mundo, para abastecer la demanda habitual y meterle ahora también el parque automovilistico?
Cuarta cuestión: Actualmente, de lo que vale un litro de carburante en España, el gobierno se lleva sobre un sesenta por ciento en impuestos. Eso significa millones de euros al cabo del año. ¿Van a aplicar esos impuestos a la electricidad? ¿O como van a suplir esos impuestos?
Pues hala, los políticos de turno y los ingenieros de guardia, ya tienen en que pensar.
Y, lo dicho, se acabó el petróleo.
En ese año se va a prohibir la venta de vehículos Diesel, gasolina e híbridos. Parece que en algún lugar han adelantado la fecha a 2025 para los Diesel. Esta prohibición acarrea de por sí una nueva revolución industrial y, así, a bote pronto, como se suele decir, se me plantean cuatro cuestiones que deben resolverse en el tiempo que queda para que llegue la citada fecha.
Primera cuestión: fin de la producción de vehículos Diesel y gasolina. Con meridiana anticipación a la fecha, las fábricas de vehículos deberán dejar de fabricar éste tipo de coches y ponerse a fabricar coches eléctricos. Deberán elegir una fecha lejana a la prohibición porque, digo yo, no creo que sea bueno que tengan un alto stocks de vehículos, ya que aproximandose la fecha, ¿quien se va a comprar vehículos de éste tipo sabiendo que el futuro es de los eléctricos? En fin, esta cuestión no la veo muy complicada; será cuestión de ir adaptando las fabricas e ir aumentando una producción y disminuyendo otra, pero de que traerá quebraderos de cabeza, eso seguro.
Segunda cuestión: perfeccionamiento del vehículo eléctrico. Para llegar a utilizar el vehículo eléctrico en las mismas condiciones que usamos los actuales Diesel o gasolina, es necesario, creo yo, que éste nos sirva para andar mínimo quinientos kilómetros sin recargar, por un lado, y por otro lado, que la recarga se pueda efectuar igual que los repostajes de gasolina, como máximo en cinco minutos. ¿Se imaginan poder andar solo doscientos kilómetros con un vehículo eléctrico y tener que parar dos horas para recargar las baterías? Al planificar los viajes tendremos que añadir unas cuantas horas más, teniendo en cuenta también las colas que habría en las gasolineras y el tiempo de espera en ellas. Habrá que tomárselo todo con mucha calma; a lo mejor volvemos a tardar en los viajes el mismo tiempo que en carretas y nos reducen el estrés y todo.
Tercera cuestión: ¿Hay suficiente electricidad en España, y en el mundo, para abastecer la demanda habitual y meterle ahora también el parque automovilistico?
Cuarta cuestión: Actualmente, de lo que vale un litro de carburante en España, el gobierno se lleva sobre un sesenta por ciento en impuestos. Eso significa millones de euros al cabo del año. ¿Van a aplicar esos impuestos a la electricidad? ¿O como van a suplir esos impuestos?
Pues hala, los políticos de turno y los ingenieros de guardia, ya tienen en que pensar.
Y, lo dicho, se acabó el petróleo.
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