Respondamos a una simple pregunta: si tenemos delante nuestra a dos personas, y tenemos disponibilidad y recursos para ayudar a una de ellas, ¿a quien ayudaríamos? La respuesta supongo que es obvia: ayudaríamos a la más necesitada, evaluando la situación de cada una de ellas. Y, una vez evaluada la cuestión, prosigamos con otra pregunta: en el supuesto caso de que una de las personas haya comido y la otra no, ¿comprariamos un bocadillo a la que no ha comido, o compraríamos un pastel de postre a la que ya ha comido?
La respuesta vuelve a ser obvia, de lógica y de sentido común: habrá que darle un bocadillo a la persona que no ha comido aún.
Hasta ahí la lógica; y conste que no quiero trivializar el problema del hambre por usar este ejemplo, NI SIQUIERA QUIERO USAR EL EJEMPLO EN SÍ, pero es necesario para decir lo que quiero decir.
Y lo que quiero decir es que se está perdiendo la lógica y la razón en este mundo y muchos están apostando por dar el pastel al que ha comido y no el bocadillo al que no ha comido. ¿por qué?
Pues la verdad, yo no lo entiendo.
Lo cierto es que, como hoy hay opiniones para todos los gustos, es seguro que se harán toda clase y suerte de diatribas respecto al bocadillo y el pastel: que la persona que ha comido se ha buscado la vida y hay que premiarle, que la que no ha comido necesita desplegar sus recursos para poder hacerlo, que hay que ayudar a ambas con medio bocadillo y medio pastel, y bla, bla, bla.
La realidad es que, seamos de la opinión que seamos, debe imponerse la lógica y la razón, cosa que, desgraciadamente, no se está imponiendo, especialmente entre los políticos, que con sus largos discursos vacíos de sentido y su representación teatral día sí y día también en los foros correspondientes, no solo se han alejado de estudiar la decisión de asignar bocadillo o pastel, que es lo que tenían que hacer, y asignar el bocadillo, sino que se están cuestionando donde comprar el bocadillo o el pastel o que forma tienen que tener ambos, sin importarles los que están esperando con plena necesidad. Y cuando me refiero a los políticos me refiero a los que ya teníamos (incapaces de solucionar los problemas) y a los nuevos (enfrascados en en el tono y el sabor del pastel).
Que quede claro: lo importante ahora en España no es el fondo, ni la forma, ni quienes, ni cuantos ni como. Lo importante es ayudar a los que lo necesitan. Cuando hayamos solventado eso, la cuestión inicial habrá desaparecido, podremos dar pastel a todo el mundo y entonces discutiremos donde lo compramos, cual es su volumen, en cuantas partes lo dividimos y cual será su sabor.
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