Así he escuchado desde niño: "Una imagen vale más que mil palabras". Ahora ya no; eso era antes, cuando había más palabras que imágenes. En esta era digital, donde hay más imágenes que palabras, las cabezas pensantes (o no pensantes) han hecho evolucionar la cuestión y, lo mismo que en el tema de palabras se buscan eufemismos (recuerden: crisis económica=desaceleración, emigración=movilidad exterior...), ahora las imágenes también se interpretan, de forma que una patada no es una patada, sino una respuesta automática (más bien burromática, diria yo) e innata a un estímulo dado, que depende exclusivamente de las relaciones anatómicas de las neuronas que participan , un puñetazo no es tal, si no una interposición yuxtapuesta de los dedos en la linea paralela secante interpuesta de los nudillos y la cara y, a este paso, si un atracador nos da un navajazo en la cara para robarnos el juez nos puede acusar de haberle dado un golpe con nuestra cara en la herramienta de trabajo del andoba o el arbitro de un partido de fútbol sacará tarjeta roja al futbolista que ha recibido un puñetazo en el ojo por parte de un contrario, acusándole de haberle dado, de forma vil y traicionera, un golpe de ojo en su puño.
Si queríamos el mundo al revés ya lo tenemos, por la dichosa manía que tienen algunos de no llamar a las cosas por su nombre y la dichosa manía que tienen otros, y los mismos unos, de defender lo indefendible.
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