Me pregunta un lector que si no me llevo bien con la iglesia católica y que qué pasa con la obra social de la misma, así que voy a exponer mi postura.
Mire, como firme defensor del baluarte del respeto en la vida, en todos los aspectos, la iglesia católica y todos sus miembros merecen mi respeto. Eso que quede claro, antes que nada. Es más, tengo amigos y conocidos católicos con los cuales me llevo perfectamente y cuando hay acontecimientos que requieren mi presencia en la iglesia allí estoy, a pesar de mis divergencias.
Porque, con la iglesia católica, lo que mantengo son grandes divergencias y, en el ejercicio de la libertad de que actualmente dispongo, manifiesto que no comparto en absoluto ni su proceder ni su doctrina.
De su proceder en todo tiempo, opino que ha sido una institución que se ha extralimitado en sus funciones, se ha aliado con regimenes totalitarios e incluso ha tenido una estructura de poder propio convirtiéndose en un ente que se asemejaba más a un Estado (nada democrático, por cierto) que a una unión de fieles a una doctrina. Yo leí en cierta ocasión incluso que, uno de sus Papas, autorizó la tortura contra herejes y sacrílegos (no sé si es verdad, que conste) pero sería una de las muchas cosas, como otras que sí se ciertas porque las he vivido, que no concuerdan con los mensajes de amor que la Biblia inculca, en especial con las palabras de Jesús de “amad a vuestros enemigos y bendecid a los que os persiguen”. Contrariamente a esto, la iglesia católica ha querido convertir muchas veces a todo el mundo en cristiano a golpes de espada, cosa completamente opuesta a la Biblia y, desde luego, a la razón.
Con respecto a la doctrina son muchas las cosas en las cuales no estoy de acuerdo y generaría muchas páginas de debate, pero solo voy a comentar una: el bautizo de los niños, algo sobre lo cual muchos católicos y no católicos han discutido conmigo. Creo que los padres debemos inculcar a nuestros hijos la forma de vida que deben llevar basada en una lucha por mejorar día a día, de trabajar con firmeza en su ámbito, de respeto a los demás y de llevar una vida honrada. Y en el aspecto religión, ponerles de manifiesto que tienen que elegir ellos y buscar la opción que más les llene, teniendo en cuenta siempre que, en aras de una religión, ninguna persona puede inclinarse a hacer cosas extrañas o que se salgan de la lógica natural de la vida, ni puede expoliar ni dejarse expoliar (sectas) ni, en modo alguno, puede ejercer una dictadura en el nombre de Dios. Así que, cuando tengan uso de razón, ellos deben decidir cual es su propio camino en éste tema, que en modo alguno es válido ni con la imposición ni con la influencia: tiene que ser algo que sale del interior de la persona.
Por lo tanto, con respecto al bautismo de un niño, que dicen es para limpiar el pecado original que todos tenemos al nacer, no voy a añadir nada a la trascripción de unas palabras pronunciadas hace un tiempo por una persona las cuales hago mías completamente: “Si yo creyera que Dios puede condenar a un niño, porque al no estar bautizado le hace responsable de un pecado que cometieron hace seis mil años dos personas ,(o seiscientos mil, o seis millones de años, que nada hay seguro en las fechas) yo dejaría de creer en Dios ahora mismo.”
Por cierto, un par de cosas referente a mis relaciones con la iglesia católica en mi infancia: recuerdo una anécdota de cuando hice mi primera comunión; en aquella ocasión, días antes de la comunión, vinieron unos frailes que estuvieron varios días pululando por el colegio.Una de las cosas que nos dijeron es que para la confesión, la noche antes de la comunión, habían cambiado el sistema. En lugar de decir “Ave María Purísima”, había que decir “me arrepiento de mis pecados.” Luego había que contar los pecados, pero yo sólo entendí que tenía que decir ésta frase, me arrodillé, la dije y, con la misma celeridad me levanté y me fui. Meses después me enteré de que el “confesor” estuvo llamándome incluso con manoteo, pero yo, de espaldas ya, no le oí y supongo que él no quiso formar un expolio de voces en la iglesia. Cuando me dijeron aquello comprendí porqué los compañeros que iban delante mía “tardaban tanto” en decir una frase tan corta.
Años más tarde, en un mes de Mayo, el mes de María, durante el cual rezábamos y cantábamos a la virgen todas las tardes en el colegio, me atropelló una moto precisamente el día en que yo llevaba flores a la virgen; la influencia católica me llevó a pensar que era un castigo por haber hecho algo indebido.
Gran error; el sistema, realmente, no es así. Pero esto sería piedra de toque de otro debate.
Por otra parte, en referencia a la obra social dos cosas: primera, en tanto en cuanto el dinero salga del estado la obra social es de todos. Segunda, siempre he sido partidario de no generalizar en mis juicios sobre grupos o instituciones. Ya he comentado lo que pienso sobre ciertos aspectos de la iglesia católica. Ello no me impide reconocer el trabajo abnegado y que no está pagado (vengan de donde vengan los fondos para hacerlo) de personas que pertenecen a esa institución y que dedican horas de su vida a los demás sin esperar nada a cambio, ya sea en la comunidad donde viven o tirados en cualquier parte del mundo sometida al imperio del hambre pasando calamidades y arriesgando sus vidas. El hecho de que no esté de acuerdo con la doctrina, con la actuación o con el pasado de la institución católica no me impedirá reconocer que muchos de sus miembros han dado lo mejor de sí para ayudar a los necesitados. Y eso está por encima de ideales, doctrinas u otros hechos.
Es mi opinión y la expreso, como siempre, con el máximo respeto. Gracias.
Mire, como firme defensor del baluarte del respeto en la vida, en todos los aspectos, la iglesia católica y todos sus miembros merecen mi respeto. Eso que quede claro, antes que nada. Es más, tengo amigos y conocidos católicos con los cuales me llevo perfectamente y cuando hay acontecimientos que requieren mi presencia en la iglesia allí estoy, a pesar de mis divergencias.
Porque, con la iglesia católica, lo que mantengo son grandes divergencias y, en el ejercicio de la libertad de que actualmente dispongo, manifiesto que no comparto en absoluto ni su proceder ni su doctrina.
De su proceder en todo tiempo, opino que ha sido una institución que se ha extralimitado en sus funciones, se ha aliado con regimenes totalitarios e incluso ha tenido una estructura de poder propio convirtiéndose en un ente que se asemejaba más a un Estado (nada democrático, por cierto) que a una unión de fieles a una doctrina. Yo leí en cierta ocasión incluso que, uno de sus Papas, autorizó la tortura contra herejes y sacrílegos (no sé si es verdad, que conste) pero sería una de las muchas cosas, como otras que sí se ciertas porque las he vivido, que no concuerdan con los mensajes de amor que la Biblia inculca, en especial con las palabras de Jesús de “amad a vuestros enemigos y bendecid a los que os persiguen”. Contrariamente a esto, la iglesia católica ha querido convertir muchas veces a todo el mundo en cristiano a golpes de espada, cosa completamente opuesta a la Biblia y, desde luego, a la razón.
Con respecto a la doctrina son muchas las cosas en las cuales no estoy de acuerdo y generaría muchas páginas de debate, pero solo voy a comentar una: el bautizo de los niños, algo sobre lo cual muchos católicos y no católicos han discutido conmigo. Creo que los padres debemos inculcar a nuestros hijos la forma de vida que deben llevar basada en una lucha por mejorar día a día, de trabajar con firmeza en su ámbito, de respeto a los demás y de llevar una vida honrada. Y en el aspecto religión, ponerles de manifiesto que tienen que elegir ellos y buscar la opción que más les llene, teniendo en cuenta siempre que, en aras de una religión, ninguna persona puede inclinarse a hacer cosas extrañas o que se salgan de la lógica natural de la vida, ni puede expoliar ni dejarse expoliar (sectas) ni, en modo alguno, puede ejercer una dictadura en el nombre de Dios. Así que, cuando tengan uso de razón, ellos deben decidir cual es su propio camino en éste tema, que en modo alguno es válido ni con la imposición ni con la influencia: tiene que ser algo que sale del interior de la persona.
Por lo tanto, con respecto al bautismo de un niño, que dicen es para limpiar el pecado original que todos tenemos al nacer, no voy a añadir nada a la trascripción de unas palabras pronunciadas hace un tiempo por una persona las cuales hago mías completamente: “Si yo creyera que Dios puede condenar a un niño, porque al no estar bautizado le hace responsable de un pecado que cometieron hace seis mil años dos personas ,(o seiscientos mil, o seis millones de años, que nada hay seguro en las fechas) yo dejaría de creer en Dios ahora mismo.”
Por cierto, un par de cosas referente a mis relaciones con la iglesia católica en mi infancia: recuerdo una anécdota de cuando hice mi primera comunión; en aquella ocasión, días antes de la comunión, vinieron unos frailes que estuvieron varios días pululando por el colegio.Una de las cosas que nos dijeron es que para la confesión, la noche antes de la comunión, habían cambiado el sistema. En lugar de decir “Ave María Purísima”, había que decir “me arrepiento de mis pecados.” Luego había que contar los pecados, pero yo sólo entendí que tenía que decir ésta frase, me arrodillé, la dije y, con la misma celeridad me levanté y me fui. Meses después me enteré de que el “confesor” estuvo llamándome incluso con manoteo, pero yo, de espaldas ya, no le oí y supongo que él no quiso formar un expolio de voces en la iglesia. Cuando me dijeron aquello comprendí porqué los compañeros que iban delante mía “tardaban tanto” en decir una frase tan corta.
Años más tarde, en un mes de Mayo, el mes de María, durante el cual rezábamos y cantábamos a la virgen todas las tardes en el colegio, me atropelló una moto precisamente el día en que yo llevaba flores a la virgen; la influencia católica me llevó a pensar que era un castigo por haber hecho algo indebido.
Gran error; el sistema, realmente, no es así. Pero esto sería piedra de toque de otro debate.
Por otra parte, en referencia a la obra social dos cosas: primera, en tanto en cuanto el dinero salga del estado la obra social es de todos. Segunda, siempre he sido partidario de no generalizar en mis juicios sobre grupos o instituciones. Ya he comentado lo que pienso sobre ciertos aspectos de la iglesia católica. Ello no me impide reconocer el trabajo abnegado y que no está pagado (vengan de donde vengan los fondos para hacerlo) de personas que pertenecen a esa institución y que dedican horas de su vida a los demás sin esperar nada a cambio, ya sea en la comunidad donde viven o tirados en cualquier parte del mundo sometida al imperio del hambre pasando calamidades y arriesgando sus vidas. El hecho de que no esté de acuerdo con la doctrina, con la actuación o con el pasado de la institución católica no me impedirá reconocer que muchos de sus miembros han dado lo mejor de sí para ayudar a los necesitados. Y eso está por encima de ideales, doctrinas u otros hechos.
Es mi opinión y la expreso, como siempre, con el máximo respeto. Gracias.
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