Los resultados de las elecciones municipales celebradas el 12 de Abril de 1931 dan como vencedores morales (que no numéricos) a los republicanos; las elecciones habían sido ideadas como una prueba para la monarquía, un medio de sondear a la opinión pública antes de convocar elecciones generales. En el conjunto de España ganan los monárquicos por estrecho margen, pero los republicanos son los vencedores en las grandes ciudades y capitales de provincia.
Ante este resultado, el jefe de Gobierno pronuncia la siguiente suficientemente elocuente frase: “¡Crisis! ¿Quieren ustedes más crisis que la de un país que se acuesta monárquico y amanece republicano?” Desde primeras horas de la mañana del día 14 se suceden continuas manifestaciones republicanas y se sucede la proclamación de la república en diversos lugares hasta que finalmente se proclama también en Madrid y se constituye el gobierno provisional republicano.
Nada más conocerse la proclamación en Eibar, el primer lugar donde se hizo y tuvo lugar a las seis de la madrugada, el conde de Romanones se entrevista con el rey y con el presidente del comité revolucionario con un claro resultado: la monarquía ha sido derrotada en las urnas, por lo que lo más sensato es que el rey abandone el país. Alfonso XIII marcha a Cartagena, desde donde abandona España con destino a Marsella.
La república se impone sin ningún tipo de revolución sangrienta, dada la situación política que ha sufrido una continua sucesión de problemas que han hecho la situación insostenible, pero la tarea que se le avecina no es nada sencilla: el ejército tiene que ser reorganizado y modernizado; el paro y la crisis económica internacional, consecuencia del crack de la bolsa de Nueva York en 1929 se hacen notar con mucho peso y, por supuesto, el campo precisa de una reforma profunda.
Como siempre, en Internet podemos encontrar abundantes páginas sobre éste hecho y sobre todos los que comento; afortunadamente para nosotros, hoy, tenemos una monarquía parlamentaria, un Estado de derecho garante y una situación política que, a pesar de sus fallos dista mucho de ser como las de épocas convulsas pasadas. Nuestro reto: dos. Cuidar el sistema y mejorarlo hasta perfeccionarlo.
Ante este resultado, el jefe de Gobierno pronuncia la siguiente suficientemente elocuente frase: “¡Crisis! ¿Quieren ustedes más crisis que la de un país que se acuesta monárquico y amanece republicano?” Desde primeras horas de la mañana del día 14 se suceden continuas manifestaciones republicanas y se sucede la proclamación de la república en diversos lugares hasta que finalmente se proclama también en Madrid y se constituye el gobierno provisional republicano.
Nada más conocerse la proclamación en Eibar, el primer lugar donde se hizo y tuvo lugar a las seis de la madrugada, el conde de Romanones se entrevista con el rey y con el presidente del comité revolucionario con un claro resultado: la monarquía ha sido derrotada en las urnas, por lo que lo más sensato es que el rey abandone el país. Alfonso XIII marcha a Cartagena, desde donde abandona España con destino a Marsella.
La república se impone sin ningún tipo de revolución sangrienta, dada la situación política que ha sufrido una continua sucesión de problemas que han hecho la situación insostenible, pero la tarea que se le avecina no es nada sencilla: el ejército tiene que ser reorganizado y modernizado; el paro y la crisis económica internacional, consecuencia del crack de la bolsa de Nueva York en 1929 se hacen notar con mucho peso y, por supuesto, el campo precisa de una reforma profunda.
Como siempre, en Internet podemos encontrar abundantes páginas sobre éste hecho y sobre todos los que comento; afortunadamente para nosotros, hoy, tenemos una monarquía parlamentaria, un Estado de derecho garante y una situación política que, a pesar de sus fallos dista mucho de ser como las de épocas convulsas pasadas. Nuestro reto: dos. Cuidar el sistema y mejorarlo hasta perfeccionarlo.
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