Dando un repaso a la historia del mundo podemos ver casos de extrema maldad entre humanos, situaciones de extrema violencia donde la maldad humana alcanza límites insospechados; ¿por qué?
Para efectuar un estudio, se hizo en una Universidad un experimento, con el objeto de determinar hasta que grado llegaría un hombre haciendo sufrir a otro, entre un grupo de estudiantes.
El experimento consistía en conectar a una persona, situada en una habitación, a un aparato de descargas eléctricas que estaba situado en otra habitación (bueno, esto es lo que le dijeron a los estudiantes. En realidad, en la otra habitación no había una persona conectada al aparato, sino un actor que emitía gemidos según la intensidad a la que el alumno ponía el cacharro); éste aparato podía emitir desde leves descargas, sin consecuencias, hasta descargas mortales.
Comenzado el experimento fueron pasando uno por uno; algunos desistían de continuar a las primeras de cambio, cuando emitían descargas que provocaban los más leves dolorosos gemidos; otros fueron más allá y no se retiraron hasta escuchar lo que ellos suponían auténticos gemidos de dolor; finalmente, algunos, estuvieron lanzando descargas hasta que la persona (supuestamente conectada al aparato) había muerto.
No recuerdo el experimento con absoluta precisión, pero en líneas generales fue así.
La cuestión es que éste experimento nos da la medida de la maldad humana; si miramos a la humanidad en general, vemos hechos execrables que nos ponen los bellos de punta ante la intolerable falta de respeto a la dignidad, a la libertad y a la vida.
Para efectuar un estudio, se hizo en una Universidad un experimento, con el objeto de determinar hasta que grado llegaría un hombre haciendo sufrir a otro, entre un grupo de estudiantes.
El experimento consistía en conectar a una persona, situada en una habitación, a un aparato de descargas eléctricas que estaba situado en otra habitación (bueno, esto es lo que le dijeron a los estudiantes. En realidad, en la otra habitación no había una persona conectada al aparato, sino un actor que emitía gemidos según la intensidad a la que el alumno ponía el cacharro); éste aparato podía emitir desde leves descargas, sin consecuencias, hasta descargas mortales.
Comenzado el experimento fueron pasando uno por uno; algunos desistían de continuar a las primeras de cambio, cuando emitían descargas que provocaban los más leves dolorosos gemidos; otros fueron más allá y no se retiraron hasta escuchar lo que ellos suponían auténticos gemidos de dolor; finalmente, algunos, estuvieron lanzando descargas hasta que la persona (supuestamente conectada al aparato) había muerto.
No recuerdo el experimento con absoluta precisión, pero en líneas generales fue así.
La cuestión es que éste experimento nos da la medida de la maldad humana; si miramos a la humanidad en general, vemos hechos execrables que nos ponen los bellos de punta ante la intolerable falta de respeto a la dignidad, a la libertad y a la vida.
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