Como apasionado de la historia me he leído cientos de páginas sobre el 23-F, incluidos dos libros, uno de ellos novelado, basado en múltiples entrevistas a los protagonistas; pero lo que nunca olvidaré es como yo viví aquel acontecimiento; recuerdo el día como si hubiera ocurrido ayer. Como siempre, dada mi afición a la electrónica, me encontraba cerca de la radio (aquellas radios verdes con Onda Corta tan populares en la época, cuya marca no recuerdo); el asalto al Congreso se produjo a las seis y veintidós de la tarde; a la seis y media yo tuve la primera noticia: una emisora local de Jerez de la Frontera, en un informativo habitual, dijo textualmente: “Un oficial del ejército ha entrado pegando tiros en el Congreso de los Diputados”. A partir de ese momento todo fue una sucesión vertiginosa de hechos: la búsqueda de noticias, la propagación del miedo, el mensaje del Rey, el tema de conversación al día siguiente, escuchar el relato de los hechos por los pasillos, en la sala de profesores, al regresar del instituto correr desde el autobús hasta mi casa para poder llegar a tiempo de ver el telediario y entrar en el salón justo cuando comenzaba con un titular elocuente: “golpe frustrado”.
En las primeras horas escuché opiniones para todos los gustos: “Tranquilo, ese tío está detenido en seguida”, “Uf., ya está otra vez liada”, “menuda ensalada de tiros se nos avecina”...En los días siguientes hubo tiempo de analizar el hecho y todas las acciones que lo envolvieron: la actitud valiente de Gutiérrez Mellado diciéndole a Tejero que estaba arrestado y que le entregara inmediatamente el arma, la acción cobarde y vil de éste intentando derribar al suelo al general, la exigencia de Adolfo Suárez de hablar con el responsable de las tropas de asalto, en su calidad de presidente del Gobierno, el enfrentamiento de Tejero con el Director General de la Guardia Civil... y tantas y tantas otras cosas que jalonaron el acontecimiento.
Ha pasado mucho tiempo pero no he podido olvidar las horas dramáticas que los españoles vivimos en aquella fecha; cuando anoche vi la serie de televisión española que rememora los hechos oleadas de sentimiento me invadían con cada fotograma. La mini-serie describe la trama de una forma muy ajustada a la realidad, pese a que, como al comienzo de la misma se indica, hay diálogos que son fruto de la imaginación de los autores.
Desde ésta tribuna mi reconocimiento a todos los que aquel día desplegaron su esfuerzo y su ingenio para defender la democracia y pararon contundentemente la carrera hacia el caos que unos cuantos habían iniciado.
En las primeras horas escuché opiniones para todos los gustos: “Tranquilo, ese tío está detenido en seguida”, “Uf., ya está otra vez liada”, “menuda ensalada de tiros se nos avecina”...En los días siguientes hubo tiempo de analizar el hecho y todas las acciones que lo envolvieron: la actitud valiente de Gutiérrez Mellado diciéndole a Tejero que estaba arrestado y que le entregara inmediatamente el arma, la acción cobarde y vil de éste intentando derribar al suelo al general, la exigencia de Adolfo Suárez de hablar con el responsable de las tropas de asalto, en su calidad de presidente del Gobierno, el enfrentamiento de Tejero con el Director General de la Guardia Civil... y tantas y tantas otras cosas que jalonaron el acontecimiento.
Ha pasado mucho tiempo pero no he podido olvidar las horas dramáticas que los españoles vivimos en aquella fecha; cuando anoche vi la serie de televisión española que rememora los hechos oleadas de sentimiento me invadían con cada fotograma. La mini-serie describe la trama de una forma muy ajustada a la realidad, pese a que, como al comienzo de la misma se indica, hay diálogos que son fruto de la imaginación de los autores.
Desde ésta tribuna mi reconocimiento a todos los que aquel día desplegaron su esfuerzo y su ingenio para defender la democracia y pararon contundentemente la carrera hacia el caos que unos cuantos habían iniciado.
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