¿CATEDRALES?


Siempre he mantenido una lucha constante en mi interior acerca del dinero que se invierte en la restauración de monumentos y otras aéreas del patrimonio histórico-cultural; la balanza se inclina a veces hacia el gasto en estos menesteres y otras hacia a dejarlos de lado e invertir en otras cosas que hacen más falta. (Creo que escenifiqué ésta idea en otro post –o tuve intención de hacerlo-, cuando planteaba la cuestión de que antes de dar un pastel al que ha comido habrá que darle un bocadillo al que no ha comido)
El tema no es fácil de dirimir; es evidente que la conservación de nuestro patrimonio se hace necesaria, no le discuto eso a nadie, pero el dinero que tenemos es escaso y hay que repartirlo con equidad. Hay en España multitud de familias que malviven en la miseria, en viviendas en deplorables condiciones (y hay miles de personas que no tienen ni vivienda por lo caras que son), hay barrios de chabolas, hay cientos de miles de sitios donde invertir el dinero para mejorar la calidad de vida de los españoles. Sin embargo, alguien pensará que nos gastamos poco dinero en la restauración y conservación de ese patrimonio y no le faltará razón.
Hace unos cuantos años, las administraciones se gastaron casi cinco millones de euros en restaurar un teatro, un teatro que servirá para ofrecer conciertos, representaciones y todo tipo de espectáculos, pero, ¿puede la sociedad permitirse eso a la vista de en que condiciones están otras cosas? Aquella noticia le dio una patada a la balanza hacia el lado de la oposición frontal a gastar ese dineral en tales cosas; luego la balanza fue volviendo a su sitio. La restauración de ese teatro no solo trajo la correspondiente carga de trabajo para varias empresas, sino que se dio un impulso a uno de los pilares que ha de tener una sociedad: la cultura. Y la cultura es la cultura. Pero hace un tiempo no solo fue una patada, sino que un bloque de mil kilos cayó de ese lado convirtiendo la balanza en papilla y decantándome por oponerme rotundamente a esas inversiones: se iban a gastar doce millones de euros en restaurar o reformar una catedral. Con la iglesia hemos topado. Me opongo; ¿por qué? A quien no le baste el argumento expuesto de que ese dinero hace falta en otras cosas más importantes que pueden mejorar la calidad de vida de muchas personas y me digan que también es necesaria la conservación del patrimonio artístico, les recuerdo que ese patrimonio es de la iglesia católica, así que será ésta la que tendrá que conservarlo y restaurarlo. En éste país llevamos muchos años ya dándole dinero a espuertas a la iglesia católica a pesar de ser un Estado aconfesional; la primera (y última de momento) vez que estuve en una catedral para visitarla, me volví en la puerta porque cobraban por la entrada. Creí que las catedrales eran de libre acceso, ya que nuestros buenos dineros nos cuesta a todos mantenerlas, al parecer. Que paguemos en un museo vale, pero, ¿en un lugar de culto, a pesar de que sea un monumento histórico? Así que, como se rompió la balanza-equilibrio de mi razonamiento, y hasta que pueda repararla, me quedo con el comienzo de esas sevillanas que un famoso grupo canta: “Agarrao a tus varales, Rocío, te voy rezando; ¿pa que quiero catedrales, si yo te rezo llorando?”

1 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...

maxo tu no te llevas bien con la iglesia catolica, NO? y la obra social que hacen, ¿que?

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