Según la Constitución Española, tenemos derecho “a expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de comunicación” y “a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.” (Artículo 20)
Este blog, inimaginable por muchos motivos cuando fue redactada la Constitución, es una prueba palpable de ello; una prueba palpable de la era de las comunicaciones, lo mismo que lo son otros blogs, páginas web y la ingente cantidad de medios de comunicación hoy existentes.
Sin embargo, los medios de comunicación de masas pueden ser influenciables en uno u otro sentido, dependiendo de situaciones, intereses económicos, personales o políticos y, por supuesto, pueden influenciar en esas masas ávidas de información; y, precisamente, como ávido lector de todas las páginas de noticias de cualquier tipo que aterrizan ante mis ojos he detectado algunas cosas que no me parecen bien en estos medios, de las cuales destaco tres, aunque seguro habrá muchas más.
En primer lugar, que sean afines a un partido político; dado que hay muchas maneras de decir las cosas, la afinidad a un partido político puede implicar una pérdida de imparcialidad y, por lo tanto, la información se vería resentida porque la tendencia sería siempre a defender a ese partido y denostar a los otros.
En segundo lugar, en la prensa escrita, me he encontrado muchas veces con que la noticia de que “ha sido detenido JXZCF por atraco con violencia; le constaban cuarenta y siete detenciones”; y esto aparece en la página 30 del periódico. Sin embargo, un sospechoso de haber cometido algún tipo de delito por primera vez aparece en primera plana con nombre y apellidos. Si éste hombre es inocente, el daño que se le hace con esto es irreparable, mientras que parece que el reincidente que lleva toda su vida amargándosela a los demás no es noticia.
Por último, la utilización de titulares grandilocuentes que resultan engañosos para conseguir atraer a los lectores; recuerdo un caso que me ocurrió cuando estudiaba en el Instituto; cerca de éste había una librería-papelería. Yo me detenía en su escaparate todas las mañanas cuando iba hacia el centro escolar para ver los libros que había y los titulares de los periódicos y revistas; cierto día, en un magazín venía la foto de una actriz famosa (cuyo nombre no recuerdo) y debajo un titular de impacto: “xxx en la cárcel...”
Como no era una época de fácil acceso a la lectura para mí, por el tema económico, me pasé varios meses pensando que esa mujer había cometido algún delito digno de cárcel, hasta que, casualmente, la revista cayó en mis manos tiempo después. Junto al titular grandioso había otro (no recuerdo si en páginas interiores o en letra pequeña) que remataba al anterior de una forma muy simple: “...en su última película”
Es probable que las leyes obliguen a evitar la publicidad engañosa, pero aún podemos encontrarnos con titulares que induzcan a error. Y todo por atraer a los lectores.
Este blog, inimaginable por muchos motivos cuando fue redactada la Constitución, es una prueba palpable de ello; una prueba palpable de la era de las comunicaciones, lo mismo que lo son otros blogs, páginas web y la ingente cantidad de medios de comunicación hoy existentes.
Sin embargo, los medios de comunicación de masas pueden ser influenciables en uno u otro sentido, dependiendo de situaciones, intereses económicos, personales o políticos y, por supuesto, pueden influenciar en esas masas ávidas de información; y, precisamente, como ávido lector de todas las páginas de noticias de cualquier tipo que aterrizan ante mis ojos he detectado algunas cosas que no me parecen bien en estos medios, de las cuales destaco tres, aunque seguro habrá muchas más.
En primer lugar, que sean afines a un partido político; dado que hay muchas maneras de decir las cosas, la afinidad a un partido político puede implicar una pérdida de imparcialidad y, por lo tanto, la información se vería resentida porque la tendencia sería siempre a defender a ese partido y denostar a los otros.
En segundo lugar, en la prensa escrita, me he encontrado muchas veces con que la noticia de que “ha sido detenido JXZCF por atraco con violencia; le constaban cuarenta y siete detenciones”; y esto aparece en la página 30 del periódico. Sin embargo, un sospechoso de haber cometido algún tipo de delito por primera vez aparece en primera plana con nombre y apellidos. Si éste hombre es inocente, el daño que se le hace con esto es irreparable, mientras que parece que el reincidente que lleva toda su vida amargándosela a los demás no es noticia.
Por último, la utilización de titulares grandilocuentes que resultan engañosos para conseguir atraer a los lectores; recuerdo un caso que me ocurrió cuando estudiaba en el Instituto; cerca de éste había una librería-papelería. Yo me detenía en su escaparate todas las mañanas cuando iba hacia el centro escolar para ver los libros que había y los titulares de los periódicos y revistas; cierto día, en un magazín venía la foto de una actriz famosa (cuyo nombre no recuerdo) y debajo un titular de impacto: “xxx en la cárcel...”
Como no era una época de fácil acceso a la lectura para mí, por el tema económico, me pasé varios meses pensando que esa mujer había cometido algún delito digno de cárcel, hasta que, casualmente, la revista cayó en mis manos tiempo después. Junto al titular grandioso había otro (no recuerdo si en páginas interiores o en letra pequeña) que remataba al anterior de una forma muy simple: “...en su última película”
Es probable que las leyes obliguen a evitar la publicidad engañosa, pero aún podemos encontrarnos con titulares que induzcan a error. Y todo por atraer a los lectores.
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