Viendo la gala de los premios Goya viene a mi recuerdo la historia del cine; desde que los hermanos Lumiere pusieron en marcha el cinematógrafo hasta hoy se han rodado cientos y cientos de películas. La industria del cine ha sufrido varios varapalos; desde la llegada del vídeo hasta la piratería actual, pasando por la expansión de la televisión, el séptimo arte se ha tambaleado a veces, pero sigue firme.
Multimillonarias producciones, relatos basados en hechos reales, películas de las llamadas de “serie B”, cortometrajes... todo un mundo con un referente central: “Hollywood” (la meca del cine) y los codiciados Oscars.
La tecnología, obviamente, ha significado también para ésta industria un paso adelante de gigante, ya que hoy se pueden hacer efectos especiales de todo tipo. No niego el mérito a todas y cada una de las películas que se ruedan; se que detrás de todas ellas hay un mundo, el mundo del cine: de esfuerzos, de trabajo, de rodajes al borde de nervios, de tomas falsas y escenas repetidas...
Mis películas preferidas son las de humor; sin embargo, el humor ha cambiado desde que yo veía las películas que traían en mi época de adolescente al “cine Román” de Benalup; por entonces me gustaban más las películas de acción. Y la acción hoy ha cambiado también; pero lo que me más me llama la atención del cine es que nos sentamos ante la pantalla y nos traguemos encantadoras situaciones que en la vida real son un despropósito; sólo el cine, por supuesto, es capaz de convertir un animal tan detestable como una rata en un encantador cocinero (increíble). Se juega con la ilusión, se transmiten mensajes , se enervan sentimientos y se lanza la fantasía del espectador al vuelo para que juegue a adivinar cual será la acción en el próximo fotograma. Todo un mundo que no nos deja indiferentes: una industria que mueve millones de de millones, que está presente en nuestra vida cotidiana y que fue definida por alguien, con acierto, como “una fábrica de sueños.”
Multimillonarias producciones, relatos basados en hechos reales, películas de las llamadas de “serie B”, cortometrajes... todo un mundo con un referente central: “Hollywood” (la meca del cine) y los codiciados Oscars.
La tecnología, obviamente, ha significado también para ésta industria un paso adelante de gigante, ya que hoy se pueden hacer efectos especiales de todo tipo. No niego el mérito a todas y cada una de las películas que se ruedan; se que detrás de todas ellas hay un mundo, el mundo del cine: de esfuerzos, de trabajo, de rodajes al borde de nervios, de tomas falsas y escenas repetidas...
Mis películas preferidas son las de humor; sin embargo, el humor ha cambiado desde que yo veía las películas que traían en mi época de adolescente al “cine Román” de Benalup; por entonces me gustaban más las películas de acción. Y la acción hoy ha cambiado también; pero lo que me más me llama la atención del cine es que nos sentamos ante la pantalla y nos traguemos encantadoras situaciones que en la vida real son un despropósito; sólo el cine, por supuesto, es capaz de convertir un animal tan detestable como una rata en un encantador cocinero (increíble). Se juega con la ilusión, se transmiten mensajes , se enervan sentimientos y se lanza la fantasía del espectador al vuelo para que juegue a adivinar cual será la acción en el próximo fotograma. Todo un mundo que no nos deja indiferentes: una industria que mueve millones de de millones, que está presente en nuestra vida cotidiana y que fue definida por alguien, con acierto, como “una fábrica de sueños.”
0 COMENTARIOS:
Publicar un comentario