Estamos en el día internacional de la mujer trabajadora; estamos en España, estamos en el siglo XXI. Se ha conseguido mucho, pero todavía no es suficiente. Ya es hora de que hombres y mujeres sean completamente iguales en todos los aspectos y es hora de acabar con esa lacra llamada “violencia de género” y es hora también de volverse hacia esos países donde las mujeres son tratadas como simples esclavas. Es hora de dejar de “reírles” la gracia, como hace todo occidente en base a los intereses políticos, económicos y comerciales, es hora de plantarles cara y darles un mensaje muy claro: la mujer tiene que ser plenamente igual al hombre.
En éstos días se celebra un juicio en Cádiz contra los padres de una niña mauritana a la que estos obligaron a casarse en ese país cuando tenía trece años con un individuo de cuarenta que acabó presuntamente violándola; la declaración de la joven hiela la sangre en las venas. ¿Qué clase de padre le dice a una hija menor que se acueste con un marido impuesto y que si no lo hace la van a lapidar y el tirará la primera piedra? ¿Qué clase de veneno tiene ese tipo en las venas para hacer o decir esto? Si esto es cierto, y por lo que estamos acostumbrados a ver de esos países puede serlo, ¿por qué no reaccionan los gobiernos occidentales ante estas cosas? ¿Merece ese tipo que respetemos su cultura? Mejor dicho, ¿qué clase de cultura tenemos que respetar? ¿Esa cultura tenemos que respetar? ¿La cultura de humillar, maltratar y esclavizar a las mujeres? Ya es hora de que se delimite lo que es cultura y lo que es maltrato en esos países y dejemos de darles palmaditas en la espalda a sus dirigentes; y ya es hora de que estos individuos, después de que paguen con la cárcel el delito cometido, sean expulsados de éste país y enviados al suyo etiquetados como maltratadotes. Ya está bien, hombre, ya está bien de tanto “respeto a la cultura”; eso no es cultura. Puede que me digan que la cultura de ellos tampoco es eso, pero no me lo creo. Entre las muchas asignaturas pendientes de muchos países “civilizados” y de “estados de derecho” está la de frenar a otros países donde la mujer es vapuleada de esa manera, transmitiéndoles todo nuestro desprecio y rechazo.
En éstos días se celebra un juicio en Cádiz contra los padres de una niña mauritana a la que estos obligaron a casarse en ese país cuando tenía trece años con un individuo de cuarenta que acabó presuntamente violándola; la declaración de la joven hiela la sangre en las venas. ¿Qué clase de padre le dice a una hija menor que se acueste con un marido impuesto y que si no lo hace la van a lapidar y el tirará la primera piedra? ¿Qué clase de veneno tiene ese tipo en las venas para hacer o decir esto? Si esto es cierto, y por lo que estamos acostumbrados a ver de esos países puede serlo, ¿por qué no reaccionan los gobiernos occidentales ante estas cosas? ¿Merece ese tipo que respetemos su cultura? Mejor dicho, ¿qué clase de cultura tenemos que respetar? ¿Esa cultura tenemos que respetar? ¿La cultura de humillar, maltratar y esclavizar a las mujeres? Ya es hora de que se delimite lo que es cultura y lo que es maltrato en esos países y dejemos de darles palmaditas en la espalda a sus dirigentes; y ya es hora de que estos individuos, después de que paguen con la cárcel el delito cometido, sean expulsados de éste país y enviados al suyo etiquetados como maltratadotes. Ya está bien, hombre, ya está bien de tanto “respeto a la cultura”; eso no es cultura. Puede que me digan que la cultura de ellos tampoco es eso, pero no me lo creo. Entre las muchas asignaturas pendientes de muchos países “civilizados” y de “estados de derecho” está la de frenar a otros países donde la mujer es vapuleada de esa manera, transmitiéndoles todo nuestro desprecio y rechazo.
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