ELECCIONES.

  

No suelo  tocar mucho el tema político, pero este año va a ser movido electoralmente hablando; tenemos elecciones en todos los ámbitos: locales, autonómicas y generales. Si bien parece que ha habido un terremoto en la política española en los últimos tiempos, consecuencia, por una parte, de la corrupción generalizada y, por otra, de la incapacidad de los políticos para resolver el problema de la crisis, los desahucios, las preferentes y el paro, entre otros asuntos,  hay algunas cosas que no cambian.

   Los partidos políticos, los de siempre, se preparan para lo de siempre: una campaña electoral que arranca con los lemas de siempre (el que está en el poder diseña un lema diciendo que queda mucho trabajo por delante, el que está en la oposición con otro diciendo que lo va a cambiar todo a mejor), una  serie de mítines donde, sea el partido del color que sea, solo se trata de un baño de multitudes del candidato ante sus seguidores, sin aportar ninguna idea nueva y, por último, la utilización de expresiones calcadas de otras elecciones, otros mítines y otras campañas: impulsaremos, propiciaremos, estimularemos, fomentaremos... leyes y medidas para mejorar todo, pero sin concretar como, de que manera, de que forma, impulsarán, propiciaran, estimularán o, en definitiva, fomentarán esas medidas.

   Los partidos nuevos, aquellos que han tenido un auge porque los ciudadanos están hartos de los de siempre, pretenden arreglarlo todo en un par de semanas. Y, señores, sepan que no se puede reformar un edificio o destruirlo y hacerlo de nuevo, en dos semanas; eso sí, las medidas de emergencia que hacían falta para apuntalar el edificio, nunca se han llevado a cabo. Aparte de ello, creo que ya se han subido al carro de lo que hacen los otros: lema, mítines e impulsaremos.

   Todo esto me presenta un panorama bastante desolador ante las próximas citas electorales. Sinceramente, nunca había visto el futuro más incierto.