FANTASMAS.

Los cerebros que nos gobiernan/representan, en todo el mundo, no previeron (o no quisieron prever) que la burbuja inmobiliaria y las hipotecas basura nos traerían la peor crisis de la historia; asumido este trago, y comenzado a intentar superarlo, (con el sacrificio y esfuerzo de todos, trabajando más y ganando menos, subsistiendo con lo mínimo hasta que mejoren los tiempos), nos encontramos con un segundo revés, que tampoco supieron prever: la crisis de deuda. Y que tampoco sabemos como se va a solucionar; afecta a varios países de la unión europea e incluso está llegando a Alemania, con la que nos comparamos por lo visto. No entiendo muy bien por qué si la prima de riesgo sube de los 500 puntos básicos entramos en zona de rescate, estamos en ruina; bueno, no lo entiendo ni muy bien ni muy mal, sencíllamente no lo entiendo (quizás algún día tenga tiempo para sumergirme en el interior de la economía), pero lo que sí es cierto es que, cuando se esperaba que por estas fechas pudiéramos despegar de nuevo resulta que es todo lo contrario, nos vuelven a pegar un empujón hacia el precipicio.
De aquella época de progreso de hace unos años nos han quedado muchos espectros, esqueletos, fantasmas: obras detenidas, grúas oxidadas, utensilios apilados en rincones esperando una nueva etapa floreciente donde el consumo se dispare... y también nos han quedado historias como la de aquel que dotado gracias a la burbuja de un poder económico que jamás habría soñado compró el colegio donde estudiaba su hijo solo para despedir al director por haber tenido una discusión con él; luego vendría el debacle económico.
Hemos sido víctimas del sistema financiero y de los especuladores; se alzan muchas voces queriendo cambiar ese sistema; en mi opinión, habría que controlarlo para que no ocurrieran estas cosas, aunque eso significara limitar algún tipo de libertad en los negocios, pero me da que no podremos con los mercados, básicamente porque si nos cargamos los mercados nos lo cargamos todo: poderoso caballero es don dinero.
En fín, lo que es indudable es que no podemos olvidar que el tiempo es más largo que la fortuna.