Recordaba, por haberlo estudiado en la asignatura de historia en el colegio, que el desencadenante de la Primera Guerra Mundial fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando (el asesinato de Sarajevo); lo que no sabía es que el vehículo en el que viajaban tiene fama de “maldito” desde aquel hecho, ya que todos sus propietarios después de este atentado han sufrido increíbles percances, muchos con resultado de muerte.
La primera victima, el heredero del imperio austrohúngaro, fue asesinado junto a su esposa por un miembro de un grupo nacionalista bosnio, después de un cúmulo de despropósitos en torno a la seguridad de ambos provocados por historias que hoy nos harían llevar las manos a la cabeza, entre ellas el hecho de que la mujer había sido considerada por la familia imperial como carente de una posición adecuada para casarse con el heredero al trono. A consecuencia de ello se habían unido en un matrimonio morganático (matrimonio entre dos personas de rango social desigual). En la visita del archiduque ese día, este se quedó sin la protección del ejército debido a la orden de no concederle honores a su esposa por no pertenecer estrictamente al rango imperial. Durante la visita se produjo más de un atentado (una bomba cayó sobre el coche, siendo cogida por el propio archiduque y lanzándola fuera, destrozando el vehículo que le seguía) hasta que Gravilo Princip, uno de los siete que habían intentado la masacre lo consiguió disparando a ambos. El remate de los despropósitos fue llevar al matrimonio herido a la residencia del gobernador, donde murieron quince minutos después, en vez de al hospital, que estaba más cercano.
La investigación del atentado, el cruce de acusaciones y la política de alianzas de la época provocó la Primera Guerra Mundial.
Actualmente, el vehículo en el que viajaban se encuentra en un museo cuyo nombre creo que tardo más en pronunciar que lo que tardaría en recorrerlo: el Heeresgeschichtliches Musseum, de Viena, después de haber traído la desgracia en accidentes a todos cuantos se interesaron por él, incluido el Museo de Historia Militar de Viena, sobre el que llovieron las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, dejándolo muy dañado, pero sin que el coche, fabricado en 1910 por la compañía austriaca Gräf y Stift, sufriera ningún daño.
La primera victima, el heredero del imperio austrohúngaro, fue asesinado junto a su esposa por un miembro de un grupo nacionalista bosnio, después de un cúmulo de despropósitos en torno a la seguridad de ambos provocados por historias que hoy nos harían llevar las manos a la cabeza, entre ellas el hecho de que la mujer había sido considerada por la familia imperial como carente de una posición adecuada para casarse con el heredero al trono. A consecuencia de ello se habían unido en un matrimonio morganático (matrimonio entre dos personas de rango social desigual). En la visita del archiduque ese día, este se quedó sin la protección del ejército debido a la orden de no concederle honores a su esposa por no pertenecer estrictamente al rango imperial. Durante la visita se produjo más de un atentado (una bomba cayó sobre el coche, siendo cogida por el propio archiduque y lanzándola fuera, destrozando el vehículo que le seguía) hasta que Gravilo Princip, uno de los siete que habían intentado la masacre lo consiguió disparando a ambos. El remate de los despropósitos fue llevar al matrimonio herido a la residencia del gobernador, donde murieron quince minutos después, en vez de al hospital, que estaba más cercano.
La investigación del atentado, el cruce de acusaciones y la política de alianzas de la época provocó la Primera Guerra Mundial.
Actualmente, el vehículo en el que viajaban se encuentra en un museo cuyo nombre creo que tardo más en pronunciar que lo que tardaría en recorrerlo: el Heeresgeschichtliches Musseum, de Viena, después de haber traído la desgracia en accidentes a todos cuantos se interesaron por él, incluido el Museo de Historia Militar de Viena, sobre el que llovieron las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, dejándolo muy dañado, pero sin que el coche, fabricado en 1910 por la compañía austriaca Gräf y Stift, sufriera ningún daño.
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