Se cumplieron estos días veinte años de la Expo-92 de Sevilla; en un reportaje en TV he visto a gente que trabajó en ella o que la visitaron, recordando el evento. Yo también tengo mi recuerdo particular del mismo, centrado en tres ejes fundamentales, como diría el otro; primero, el día que se inauguró la Expo no lo voy a olvidar fácilmente, porque aquel día me hice quinientos kilómetros, sin parar: por motivos de trabajo en primer lugar y luego en un desplazamiento al hospital por el accidente de un vecino. Segundo, el día que estuve en la Expo tampoco lo voy a olvidar, porque fue una gran experiencia, de entre la que no tengo más remedio que destacar que aquel día cayó en Sevilla toda el agua que no había caido en el año y que vi por primera vez el 3D con aquella película sobre la ecología en la cual aparecía alguien con una moto-sierra que al desplazarla frente a nosotros pareció que nos cortaba el cuello y todos nos estiramos hacia atrás.
Y tercero porque se anunciaba que después de la Expo habría una crisis económica tremenda y, efectivamente la hubo, aunque no fue tan tremenda como ésta que estamos viviendo ahora, de la cual ojalá podamos salir cuanto antes y volver a hacer, si no grandes cosas, por lo menos pequeñas cosas que nos ayuden a continuar el estado del bienestar.
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