Doce de octubre, día de la Fiesta Nacional, establecido por la ley 18/1987 de siete de octubre; se ha vuelto a celebrar el tradicional desfile, con los gritos de fondo de los que pedían la dimisión del presidente del gobierno, le abucheaban o gritaban "viva la república" mientras el Rey saludaba a las autoridades presentes.
Respecto al desfile nada que destacar; muy colorido, perfectamente ejecutado , iniciado como siempre con el descenso del paracaidista con la bandera de España y con la particularidad de la velocidad de los legionarios y la lentitud de los regulares.
Respecto a los abucheos y gritos de protesta contra el presidente del gobierno una falta de respeto intolerable hacia un acto institucional (ni siquiera en la ofrenda a los muertos callaron); todo el mundo tiene legitimidad para expresar su posición política, económica o de rabia por lo que está pasando, pero nadie tiene derecho a deslegitimar de esa manera un acto que no es del gobierno ni del partido que gobierna.
España es así; aquí se lía parda donde haga falta. El respeto no cuenta. También tiene este país su dosis de extremismo, y, aunque la mayoría es moderado, el problema es que cuando los moderados no aportan soluciones el extremismo (y otras malas prácticas) crece peligrosamente, más en un país como éste, donde la justicia es tan blandita.
Y por último destacar, en fin, la gran trasformación que ha sufrido el Ejército, desde que yo estuve allí, no solo en cuanto a logística, sino en cuanto a misiones, desplegado por medio mundo en zonas conflictivas, para ayuda humanitaria y mantenimiento de la paz, dentro de un concepto moderno y diferente de las Fuerzas Armadas que espero dure para siempre.
Respecto al desfile nada que destacar; muy colorido, perfectamente ejecutado , iniciado como siempre con el descenso del paracaidista con la bandera de España y con la particularidad de la velocidad de los legionarios y la lentitud de los regulares.
Respecto a los abucheos y gritos de protesta contra el presidente del gobierno una falta de respeto intolerable hacia un acto institucional (ni siquiera en la ofrenda a los muertos callaron); todo el mundo tiene legitimidad para expresar su posición política, económica o de rabia por lo que está pasando, pero nadie tiene derecho a deslegitimar de esa manera un acto que no es del gobierno ni del partido que gobierna.
España es así; aquí se lía parda donde haga falta. El respeto no cuenta. También tiene este país su dosis de extremismo, y, aunque la mayoría es moderado, el problema es que cuando los moderados no aportan soluciones el extremismo (y otras malas prácticas) crece peligrosamente, más en un país como éste, donde la justicia es tan blandita.
Y por último destacar, en fin, la gran trasformación que ha sufrido el Ejército, desde que yo estuve allí, no solo en cuanto a logística, sino en cuanto a misiones, desplegado por medio mundo en zonas conflictivas, para ayuda humanitaria y mantenimiento de la paz, dentro de un concepto moderno y diferente de las Fuerzas Armadas que espero dure para siempre.
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