Tal día como hoy, hace cincuenta y cinco años, ocurrió una tragedia en Le Mans, el famoso circuito de carreras de coches; el accidente, conocido como “Desastre de Le Mans”, acaecido durante las famosas “Veinticuatro horas de Le Mans”, se produjo cuando un piloto decidió entrar de repente en boxes, sorprendiendo a otro que venía detrás, el cual hizo una brusca maniobra hacia la izquierda, poniéndose en la trayectoria de un tercer coche, el cual chocó con él y salió volando a más de doscientos kilómetros por hora; el vehículo se desintegró totalmente sobre las tribunas de público causando la muerte a ochenta y dos personas y al propio piloto, que quedó tendido sobre la pista.
Uno de los motivos de la deflagración fue que muchas partes del vehículo estaban hechas de magnesio, material que genera una fuerte explosión y dificulta su extinción pues el agua lo que hace es potenciar las llamas.
Argumentando que la suspensión de la carrera podía haber dificultado la evacuación de los heridos si el público invadía las vías de emergencia, la carrera continuó adelante, aunque posteriormente tuvo consecuencias, como la retirada de Mercedes (escudería a la que pertenecía el vehículo siniestrado) aquella misma noche de la competición, a la cual no volvería hasta el año 1987. Días después, las autoridades galas y las de otros países prohibieron los Grandes Premios.
Hoy en día se supone que los bólidos ruedan con mucha más seguridad que hace cincuenta y cinco años, pero siguen sin estar exentos de todo tipo de accidentes.
Uno de los motivos de la deflagración fue que muchas partes del vehículo estaban hechas de magnesio, material que genera una fuerte explosión y dificulta su extinción pues el agua lo que hace es potenciar las llamas.
Argumentando que la suspensión de la carrera podía haber dificultado la evacuación de los heridos si el público invadía las vías de emergencia, la carrera continuó adelante, aunque posteriormente tuvo consecuencias, como la retirada de Mercedes (escudería a la que pertenecía el vehículo siniestrado) aquella misma noche de la competición, a la cual no volvería hasta el año 1987. Días después, las autoridades galas y las de otros países prohibieron los Grandes Premios.
Hoy en día se supone que los bólidos ruedan con mucha más seguridad que hace cincuenta y cinco años, pero siguen sin estar exentos de todo tipo de accidentes.
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