Yo no se si he hablado en éste blog sobre el valor de las cosas, o, mejor dicho, sobre el valor de ciertas cosas, que le dejan a uno, o por lo menos a mi “patidifuso”. Recuerdo que escribí hace mucho tiempo sobre eso, aunque quizás aún no tuviera blog; fue a raíz del coste de una botella de vino, que se había servido en un restaurante al precio de ¡dieciséis millones de pesetas!
El néctar en cuestión debía transportar al “más allá”, si no no se explica su precio. Bueno, a mi me habría transportado seguro, porque si después de comer en un restaurante me traen una factura de más de dieciséis millones de pesetas me quedo en el sitio y no vivo para contarlo.
Hoy he leído en la prensa escrita algo que va mucho más lejos: un coleccionista anónimo ha pujado por una escultura hasta pagar por ella más de cuarenta y tres millones de euros. Se trata de una obra de Modigliani, una de las pocas esculturas que hizo este hombre que falleció a los treinta y cinco años, en la pobreza y sin conocer el éxito. ¡Si levantara la cabeza y viera lo que han pagado por una ídem que el esculpió!
Quedan claras algunas cosas:
- Que para algunos no hay crisis, porque no creo yo que el que ha pagado esa cantidad haya pedido un crédito hipotecario para hacerlo.
- Que abundan los artistas que en vida no cosecharon ningún éxito y después de muertos han sido elevados a la cumbre.
- Que el hombre, que es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, es también el único capaz de dar un valor a las cosas sin valorar las cosas.
El néctar en cuestión debía transportar al “más allá”, si no no se explica su precio. Bueno, a mi me habría transportado seguro, porque si después de comer en un restaurante me traen una factura de más de dieciséis millones de pesetas me quedo en el sitio y no vivo para contarlo.
Hoy he leído en la prensa escrita algo que va mucho más lejos: un coleccionista anónimo ha pujado por una escultura hasta pagar por ella más de cuarenta y tres millones de euros. Se trata de una obra de Modigliani, una de las pocas esculturas que hizo este hombre que falleció a los treinta y cinco años, en la pobreza y sin conocer el éxito. ¡Si levantara la cabeza y viera lo que han pagado por una ídem que el esculpió!
Quedan claras algunas cosas:
- Que para algunos no hay crisis, porque no creo yo que el que ha pagado esa cantidad haya pedido un crédito hipotecario para hacerlo.
- Que abundan los artistas que en vida no cosecharon ningún éxito y después de muertos han sido elevados a la cumbre.
- Que el hombre, que es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, es también el único capaz de dar un valor a las cosas sin valorar las cosas.
0 COMENTARIOS:
Publicar un comentario