En Julio del 711 se produjo una batalla que marcaría el rumbo de la historia en la Península Ibérica; su situación geográfica es incierta, pero pudo ser en las cercanías de la Laguna de la Janda, es decir, a un tiro de piedra de donde vivimos. A pesar de la superioridad numérica (40.000 efectivos componían el ejército del rey visigodo don Rodrigo, frente a los 25.000 por parte de las huestes invasoras), parece ser que la traición de dos
jefes a quienes Rodrigo había confiado dos alas de su ejército fue determinante en la victoria de los musulmanes, que habían puesto sus miras en la Península alentados por la descomposición y la crisis de la administración visigoda y se aprovecharon de las discordias dentro del gobierno hispánico para alcanzar sus fines.
La batalla fue pues la llave que otorgó a los musulmanes un reinado en la península de casi ochocientos años y del que aún quedan importantes vestigios.
jefes a quienes Rodrigo había confiado dos alas de su ejército fue determinante en la victoria de los musulmanes, que habían puesto sus miras en la Península alentados por la descomposición y la crisis de la administración visigoda y se aprovecharon de las discordias dentro del gobierno hispánico para alcanzar sus fines.
La batalla fue pues la llave que otorgó a los musulmanes un reinado en la península de casi ochocientos años y del que aún quedan importantes vestigios.
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