Buceando en los libros de historia la palabra crisis aparece con frecuencia; “nada es nuevo bajo el sol”, ya lo he dicho en otras ocasiones. En 1929, la aparentemente boyante economía española impuesta por Primo de Rivera acabó en un fracaso; usando el proteccionismo, las obras públicas y la exportación el gobierno consiguió reducir el paro y meter dinero en el sistema económico de la época; pero la falta de un sistema fiscal justo y eficaz y el lanzamiento de empréstitos con alto tipo de interés traen como consecuencia un desequilibrio de la Hacienda y la acumulación de una deuda pública desorbitada; aparte ello, el proteccionismo no favorece la competitividad, ya que otros países no estaban dispuestos a abrirnos las puertas si nosotros se las cerrábamos y la sobre valuación de la peseta por razones de prestigio favoreció la fuga de capitales y dificultó la venta de productos nacionales.
Dado mi corto entendimiento sobre economía tengo que buscar muchas veces que significan las cosas que producen los vaivenes en la economía; de otros tengo una ligera idea; y casi nunca tengo tiempo de enterarme bien y ahondar en los asuntos. Pero la sensación que sí tengo es que lo que está pasando ahora ha ocurrido ya otras veces (otras muchas veces diría yo). Así que me parece que está tomando cuerpo el dicho popular “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. ¿Dos veces, o doscientas?
Por si esto fuera poco y abundando en los refranes: “Al perro flaco todo se le vuelven pulgas”; en plena crisis se declara una epidemia de gripe porcina que amenaza con poner en jaque a las autoridades sanitarias mundiales. Incluso se habla de “sellar las fronteras”, con el quebranto que esto traería. Esperemos que, al menos en algo, hayamos avanzado y esta plaga pueda ser erradicada con rapidez.